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Francisco Vicente Aguilera

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Francisco Vicente Aguilera nacido en Bayamo, capitanía general de Cuba, el 23 de junio de 1821. Tuvo diez hijos con su esposa Ana Manuela María Dolores Sebastiana Kindelán y Sánchez. Estudió en la Universidad de La Habana, obteniendo el título de Licenciado en Derecho.

Aguilera heredó una fortuna de su padre y, en 1867, era el terrateniente más rico de la región oriental de Cuba, que formaba parte del dominio español, poseyendo extensas propiedades, refinerías de azúcar, ganado y esclavos. Nunca compró esclavos traídos regularmente de la costa africana para la venta. Solo utilizaba a los esclavos heredados de su padre, lo que lo obligaba a contratar a muchos trabajadores libres para plantar y cosechar la caña de azúcar y trabajar en las fincas. Fue alcalde de Bayamo, además de ser masón y líder de la logia masónica en Bayamo.

Viajó a muchos países, incluyendo Estados Unidos, Francia, Inglaterra e Italia. Durante sus viajes, entró en contacto con gobiernos cuyos jefes de estado no eran monarcas, lo que lo llevó a adoptar las ideas progresistas a las que estuvo expuesto. Se convirtió en un idealista siempre preocupado por mejorar las condiciones de sus compatriotas.

  • Biografía:

Sus padres eran personas distinguidas y acomodadas. Ya adulto, ansioso por conocer y vivir la verdadera democracia, de la cual era un ferviente amante, viajó por los Estados Unidos. Al regresar a Bayamo, descubrió que su padre había fallecido. Recibió una inmensa fortuna, y todo parecía sonreírle.

En 1848, contrajo matrimonio con la señorita Ana Kindelán y Griñán en Santiago. Con ella tuvo diez hijos. Para él, la familia era uno de sus encantos principales. Por eso, disfrutaba bastante llevando a sus hijas a fiestas y actividades sociales.

El hombre más rico del Este Poseía quinientos esclavos y tenía fincas rústicas en Bayamo, Jiguaní, Las Tunas y Manzanillo, en las cuales había varios ingenios y extensas áreas dedicadas al cultivo agrícola y a la cría de ganado de diversos tipos. Sus propiedades urbanas no eran menores. En Bayamo, era dueño del teatro de la ciudad, dos casas de varios pisos, muchas otras casas más pequeñas y una tienda de comestibles. En Manzanillo, varias casas más y un almacén de miel.

  • Conspiraciones y levantamiento

En 1851, participó en la conspiración de Joaquín de Agüero; sin embargo, poco después, debido a la falta de coordinación y la enfermedad momentánea de su madre, se retiró temporalmente de tales actividades. Aguilera encabezó el primer Comité Revolucionario Cubano, fundado en Bayamo, con la participación de Pedro Figueredo (Perucho) y Francisco Maceo Osorio. Dirigió la reunión que tuvo lugar en San Miguel de Rompe, el 3 de agosto de 1868, sin llegar a un acuerdo sobre la fecha del levantamiento.

En las siguientes reuniones se acordó posponerlo hasta el final de la temporada de cosecha, para asegurar los recursos necesarios. Poco después, la persistencia de muchos conspiradores los llevó a reunirse en el ingenio Rosario, al cual Aguilera no asistió y, por lo tanto, Carlos Manuel de Céspedes tomó la iniciativa de la reunión y se estableció en la zona de Manzanillo, disfrutando de gran jerarquía. De esa reunión surgió la determinación de tomar las armas el 14 de octubre de 1868.

La inquietud de los conspiradores permitió que las autoridades españolas conocieran los planes del levantamiento. Enviaron grupos para arrestar a los principales líderes del movimiento. Por esa razón, Céspedes adelantó la fecha de la operación. Comenzó la lucha en la madrugada del 10 de octubre en su ingenio azucarero, La Demajagua; mientras que Aguilera, el hombre que inició el movimiento, no parecía estar dispuesto a ir a la guerra tan pronto, ya que se encontraba en su finca en Cabaniguán. Aguilera tuvo a alguien que llegó con la noticia y la intención de persuadirlo para que negara a Carlos Manuel de Céspedes. Sin embargo, estuvo de acuerdo con el resto de los miembros del Comité Revolucionario y, a través de Pedro Figueredo, comunicó a Céspedes su apoyo a la insurrección.

  • Asamblea de Guáimaro y cargos gubernamentales

El 10 de abril de 1869, durante la celebración de la Asamblea de Guáimaro, Aguilera no estuvo presente debido a una enfermedad. Incluso circulaba el rumor de su muerte, por lo que no fue designado para ningún cargo en el liderazgo del gobierno. Cuando Céspedes regresó a la región de Bayamo, lo encontró vivo y lo nombró Secretario de Guerra. Hasta principios de 1870 desempeñó esa responsabilidad y el 24 de febrero de ese año, la Cámara de Representantes creó el cargo de Vicepresidente de la República, designándolo para el mismo. Pocos días después, el 8 de marzo, Céspedes lo nombró Lugarteniente General del Estado de Oriente. Ya había sido ascendido a general de brigada anteriormente.

Emigración Consciente de las dificultades existentes en el extranjero para buscar ayuda para la República de Cuba en Armas y seguro de la simpatía que Aguilera disfrutaba en todas partes, Céspedes pensó que podría influir en la emigración cubana y en figuras políticas de los Estados Unidos y otros países para realizar futuras expediciones a Cuba con material bélico solicitado por las fuerzas cubanas. El 27 de julio de 1871, junto con Ramón de Céspedes, emprendió esa misión. El 28 estuvo en Jamaica y desde allí se trasladó, tan pronto como pudo, a Nueva York, para hacerse cargo de la Agencia General, el organismo que dirigía el apoyo extranjero para la guerra. El 17 de agosto asumió el cargo.

Aguilera no tardaría mucho, para su pesar, en chocar con la dura realidad. Estados Unidos no reconocía la República de Cuba en Armas. La situación empeoraba, ya que los cubanos que Aguilera encontró en los Estados Unidos estaban divididos por intereses más personales que patrióticos. Algunos estaban alrededor del reformista Miguel Aldama y otros alrededor de Manuel de Quesada.

  • Permanencia en Europa

Durante todo ese año, Aguilera se negó a regresar a Cuba. Quería retornar al país con una gran expedición que llevara numerosas armas a Cuba y había explorado todas las posibilidades. En 1872, se dirigió a Europa con este propósito. Tenía la esperanza de que los cubanos allí no estarían tan divididos buscando sus propios beneficios y se unirían a la causa cubana.

En 1873, regresó a Nueva York. Poco después, la Cámara depuso al Presidente Céspedes. Cuando Aguilera era el vicepresidente, el presidente de la Cámara, Salvador Cisneros Betancourt, quien actuaba como el Presidente de la República en Armas, escribió a Francisco Vicente Aguilera: "(...) grandes ventajas se obtendrán para el país si un hombre que no ha escatimado sacrificios por su propia libertad regresa a él (...) Estás en una mejor posición para administrar la República, ven y salvaremos la Revolución."

Aguilera respondió al Presidente de la Cámara que sí, que vendría a Cuba, pero cuando pudiera liderar una fuerte expedición hacia el Oeste: "Oriente y Camagüey, cuna y garantía de la Revolución", le dijo Aguilera a Cisneros, "son la base de nuestras operaciones, ahora la victoria está en el Oeste (...) podemos matar soldados españoles en el Este, pero la forma de concluir la guerra es secar la fuente de la que brotan y sabemos dónde está esa fuente."

  • Insurgente

En ese momento, España seguía controlando Cuba, pero había perdido el control de varios de sus territorios en América Central y del Sur a principios del siglo XIX. Esto se debió en gran parte a los esfuerzos de Simón Bolívar, a quien se le atribuye liderar la lucha por la independencia en lo que ahora son los países de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Panamá y Bolivia. El dominio colonial tenía sus pros y sus contras. Los aspectos positivos eran que el país dominante ayudaba a mejorar el nivel de vida en el territorio mediante la construcción de infraestructuras, la introducción de nuevas tecnologías y la implementación de sistemas de gobierno y organización. Los aspectos negativos eran que el país dominante explotaba a las personas bajo su control con prácticas laborales injustas y explotaba la tierra con poco o ningún reembolso para los nativos. En Cuba, los españoles estaban obligando a los indígenas a trabajar en condiciones terribles en las minas de oro. En la vida de Aguilera, los aspectos negativos superaban con creces a los positivos, y él estaba muy a favor de la separación de Cuba de España.

En 1851, a la edad de 30 años, Aguilera comenzó a conspirar contra el dominio colonial español y se unió a un movimiento iniciado por Joaquín de Agüero en Camagüey, Cuba. A partir de entonces, junto con otros terratenientes adinerados de la región, habló abiertamente en contra del dominio colonial español. Lideró un levantamiento anti-español que ocurrió en Bayamo en 1867 y fue seleccionado como líder de un Comité General designado para llevar a cabo los planes de los insurrectos. Los otros dos miembros de este comité fueron Francisco Maceo y Pedro "Perucho" Figueredo, posteriormente autor del Himno Nacional Cubano. Aguilera participó activamente en la creación de grupos conspirativos en diversas regiones del país, incluida la planificación de reuniones preliminares que culminaron en la declaración de independencia del 10 de octubre de 1868 en Yara, liderada por el terrateniente y abogado Carlos Manuel de Céspedes. Aguilera sostenía que la revuelta de Céspedes debería esperar hasta recaudar más dinero antes de atacar, y aunque su punto de vista no prevaleció, cedió el control total de la insurrección y la guerra subsiguiente a Céspedes, quien se convirtió de facto en líder del movimiento independentista. El apoyo de Aguilera a Céspedes se debía tanto a su falta de interés en el poder político como a su deseo de mejorar la situación de sus compatriotas.

Aguilera respaldó sus palabras con acciones. En una de las reuniones conspirativas, anunció famosamente que estaba listo y dispuesto a vender todas sus propiedades privadas al valor de mercado para recaudar fondos para armar el nuevo Ejército de Independencia de Cuba. Al día siguiente, publicó un anuncio en el principal periódico de Bayamo ofreciendo todas sus propiedades, edificios y ganado, que incluían 35,000 cabezas de ganado y 4,000 caballos, a la venta.

Aguilera ocupó numerosos cargos en el Ejército Cubano, incluyendo el de Mayor General, Ministro de Guerra, Vicepresidente de la República y Comandante en Jefe del Distrito Oriental. Mientras estuvo al mando del ejército, se distinguió por su valentía y habilidad, participando personalmente en muchas batallas y escaramuzas.

  • Emancipación de esclavos

Al estallar la guerra en 1868, Aguilera liberó a sus 500 esclavos, una acción ilegal según la ley española vigente en Cuba en ese momento, y se unió a muchos de ellos para recuperar la ciudad de Bayamo de manos de los españoles. Muchos de sus ex esclavos se convirtieron en soldados y oficiales en la Guerra de Independencia.

  • Muerte

En 1871, Francisco Vicente Aguilera fue a la ciudad de Nueva York para recaudar fondos para el esfuerzo de guerra. Había dado todo por la causa de la independencia de Cuba. Aguilera murió completamente desposeído después de una breve lucha contra el cáncer de garganta en su apartamento en el 223 West 30th Street de Nueva York el 22 de febrero de 1877. La República de Cuba, finalmente libre después de tantos años y bajas, honró a Aguilera imprimiendo su imagen en el billete de 100 pesos cubanos que estaba en circulación antes de la tirania comunista de 1959.

  • Mausoleo

Los restos de Aguilera han estado en Bayamo desde 1910. 

Sus restos fueron sacados del cementerio de San Juan para que no fueran trasladados al cementerio de Santiago de Santa Ifigenia.

En 1958, se inauguró el mausoleo en su homenaje. Sus restos descansan actualmente en su base.

 

Anexionista Ilustre