Dos posiciones adopta la política:
Conservadora (derecha) y progresista (izquierda). No hay “tercera vía”. “Liberal” y “totalitario” son matices y “centro”, indefinición. ¿Quieres una Constitución nueva?, eres la bandera de las enmiendas a una existente? ¿Amas las palabras “democracia”, “pueblo” o “plebiscito”? ¿Hablas en nombre del hombre “de a pie”? ¿Te gusta la palabra “revolución” y te dices el “verdadero revolucionario”? Eres progre y punto.
El liberalismo clásico no es la derecha. Puedes defender cuanto quieras la libertad económica e individual, la igualdad ante la Ley o la limitación del Estado, que sigues siendo de izquierda.
Ser de izquierda consiste en: Hacer culto a lo nuevo, ser progresista, revolucionario, innovador, populista, y trazar los planos entre el presente y el futuro.
Ser de derecha solo significa ser conservador: Apegarse a las leyes e instituciones tradicionales, olvidarse de lo que piensa la mayoría, sentir aversión hacia las enmiendas; rechazar el concepto de “revolución” en el plano político y defender, en su lugar, la “reacción” (reconstrucción)…
Ser de derecha implica rechazar totalmente el concepto de “nueva ley”, llámese esta “constitución” o “norma moral”.
Ser de derecha consiste en ver las soluciones en el conocimiento (pasado), aplicarlas al presente y ver el “futuro” como una canasta vacía; ver el futuro como derivación de las acciones del presente, que a la vez tendrá sus problemas a los que habrá que buscarles soluciones en el pasado.
Escoge tu bando, defínete; pero no olvides que…
"La paradoja del progresismo consiste en que quienes lo practican no progresan; y en que quienes progresan son precisamente sus oponentes, los conservadores."
Autor: Yoiner Loforte